Un amigo tuxtleco me dijo: “Estamos ante el fin de las ideologías. Es el fin de la militancia”. Una frase similar había leído de Francis Fukuyama con su teoría del fin de la historia. No habría cabida para nuevas ideologías. Luego vinieron los ataques a las torres gemelas en Nueva York, en 2001, y entonces, el mundo especuló la teoría del choque de las civilizaciones, de las culturas. Occidente y Oriente.
Hoy, vale la pena retomar aquella primera frase por la realidad que se presenta en el contexto político estatal de Chiapas: el fin de las ideologías.
El escenario político en Chiapas, resulta interesante en comparación con el resto de la política nacional. Hoy Chiapas no está en la agenda nacional como en las elecciones del 94 o la del 2000. Razones obvias las había: Marcos y el EZLN, fundamentalmente. En ese entonces, había una ideología muy clara, la autonomía indígena.
Hoy, Chiapas, insisto, tiene su propia agenda, sus propios actores. Su propio modo de hacer política fuera de la escena nacional. Las estructuras de los cacicazgos tradicionales, si bien fueron fracturadas en las elecciones locales de 2004, aun siguen vigentes y operando en su totalidad. Resulta lógico, entonces, la aparición de Roberto Albores Guillén, el viejo y no el nuevo PRI. Su estructura sigue vigente. No hay nueva generación, sino una vieja.
Ese viejo PRI y no el nuevo es el que esta dominando nuevamente la escena en Chiapas. De ahí las negociaciones para impulsar a Manuel Velasco Coello con un escaño en el Senado. Lo importante ahí no es el nombre, sino el grupo detrás de esa designación y del personaje. Es un proyecto a largo para ocupar el Estado. No hay ideología.
Otro rasgo distintivo es Juan Sabines. Traído o importado a Chiapas a partir del 2000 para irrumpir en la política como diputado local. La idea es clara: la continuidad de un proyecto transexenal. Tampoco existe una ideología definida, aun cuando el candidato apela a la memoria de su padre. Aparece pues, el linaje político. Los Sabines, los Velasco, los Albores, los Orantes, etc.
Es normal entonces que Sabines, en ese afán de preservar el linaje, aspire al Jefe del Ejecutivo sin importar partidos y “colores”, como citó una vez. Es normal entonces que Zebadúa y Albores, justifiquen su “sana aspiración al Gobierno del Estado” sin importar colores. Lo mismo pasa por el PAN, que por el PRD.
No será extraño, entonces, ver a priístas en el PRD. Caso Sabines. O bien Priistas en el PAN. Caso Albores. O Bien, perredistas en Convergencia o el PAN. Caso Zebadúa. La gran confusión es obvia. ¿Quién es quién?. Confirmado pues: No hay ideología.-Es su fin.
Es claro, finalmente, la sociedad ha cambiado, los políticos no. La diferencia sigue siendo abismal. La sociedad aprende de la democracia. Los políticos No.
viernes, abril 21, 2006
De la política al no me acuerdo
Publicadas por Fer Ledesma D a la/s 11:18 a.m.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario